Un fuerte olor a gas, preámbulo de la desgracia

Written By Unknown on Jumat, 30 Januari 2015 | 23.59

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Los cuerpos de rescate emplearon helicópteros para trasladar a otros centros hospitalarios a las víctimas más graves del percance ocasionado por la explosión de un autotanque con gas LPFoto Xinhua

Mirna Servín Vega

Periódico La Jornada
Viernes 30 de enero de 2015, p. 6

El olor a gas alertó a los vecinos desde las 7 horas. Un camión de bomberos llegó en minutos al Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. El personal y pacientes empezaron a salir.

Sólo unos instantes después, un estallido cimbró la tierra y rompió los vidrios de los alrededores. Una gran nube blanca de polvo se levantó y el fuego salió en una llamarada.

Silencio total y luego gritos de ayuda. Eran las 7:15 horas, cuando los vecinos de la calle 16 de Septiembre, en la colonia Contadero, salieron de sus casas. Unos ayudaban a salir a los pacientes y personal médico, otros buscaban a los que faltaban: Una mujer y un bebé murieron en el lugar; otro bebé en el hospital donde lo atendían y 73 personas resultaron heridas.

El laberinto de columnas rotas, techos en pedazos y varillas torcidas fue producto de una fuga de gas que ocurría mientras una pipa de la empresa Gas Express Nieto alimentaba de combustible el inmueble, cerca de la cocina.

Personal de emergencias y de Protección Civil que revisaron la unidad explicaron que la manguera dejaba escapar el gas, que poco a poco se acumuló dentro del inmueble, hasta que un chispazo, probablemente de las estufas, detonó la explosión. Dos bomberos resultaron lesionados en ese instante.

La onda expansiva fue tal, que una concesionaria de autos Dodge, del otro lado de la carretera México-Toluca, aproximadamente a unos 400 metros de distancia del hospital, resultó con todos los vidrios superiores rotos.

Del pánico a la histeria

El reporte del derrumbe de casi la totalidad del nosocomio trajo patrullas de la policía capitalina y ambulancias al lugar, el cual se encuentra en una hondanada, cerca de un mercado y dos escuelas, una de ellas, el más cercano, un kínder que en ese momento se encontraba vacío.

Algunos cayeron en pánico y llevaron las dimensiones de lo sucedido a la histeria. Colaboradores del jefe delegacional de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, comentaron que el titular de la demarcación incluso solicitó en los primeros minutos de la explosión la presencia inmediata del Ejército, ya que según sus reportes había decenas de muertos y bebés atrapados.

Los primeros bebés rescatados salieron en brazos de policías capitalinos y vecinos, que a pesar de tener daños en sus viviendas, salieron a levantar piedras con sus propias manos.

Algunas de las personas que salían lucían con la cara y brazos cortados por los proyectiles de vidrio que produjo la detonación.

Cientos de socorristas y equipos especializados, con herramienta y maquinaria para derrumbes también empezaron a laborar alrededor de las 8 horas, una vez que fue superada la confusión de quienes podían acercarse a la zona afectada.

Los mandos policiacos ordenaban por sus radios suspender todo tipo de sobrevuelo en la zona. Era vital escuchar si bajo los escombros había alguna víctima. Los rescatistas guardaban silencio paso a paso, hasta que alguien alertaba de posibles señales de heridos.

En contraste con la desolación por el polvo y los escombros, la conmoción y alegría se generalizó cuando un uniformado, identificado después como Mauro Enrique Vera Suárez, salió con un recién nacido vivo entre sus brazos.

Las labores de rescate también permitieron rescatar a otro bebé bajo los pedazos de losa. Su estado de salud era grave, pero fue sacado con vida.

Los helicópteros Cóndor de la Secretaría de Seguridad Pública del DF realizaron distintos traslados de los pacientes más graves.

Los bomberos controlaban la salida de gas de la pipa para acabar con el combustible del contenedor de forma gradual, por lo que el fuego duró varias horas. Para evitar otra conflagración; tanques aledaños fueron enfriados con agua.

Lugareños se acercaban espontáneamente a ofrecer su ayuda, mientras decenas de familiares de los pacientes y trabajadores del lugar buscaban desesperadamente a alguien que les pudiera informar dónde estaban los heridos.

A mediodía había mesas de la Secretaría de Desarrollo Social del GDF y de Locatel, apuntando nombres de desaparecidos y canalizando a los familiares a distintos hospitales.

Rescatistas de distintas agrupaciones, albañiles con polines para apuntalar, cientos de trabajadores de limpia con palas y carretas, pronto se vieron apoyados con la llegada de elementos del Ejército que aplicaron el Plan DN-III, y de la Gendarmería.


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